Nunha entrada pasada
falabamos dalgúns considerandos de sentencias en consellos de
guerra, nesta ocasión, no 82 aniversario do golpe militar, nada
mellor que sexa un fiscal rebelde quen nos explique a xustificación aducida
polos sublevados.
El alzamiento del que fue portavoz y caudillo el General Franco, en el pasado mes de Julio, no fué un simple movimiento militar, sino el alzamiento colectivo de todo un pueblo, que llevado a trance de muerte por los Gobiernos del Frente Popular que pretendían desmembrar la Patria y hacerle perder su independencia, se incorpora para salvar los principios de la hispanidad, síntesis y reflejo en lo español, de la civilización cristiana y occidental.
Hasta ese momento glorioso, venía España siendo instrumento de poderes internacionales que, a través del delito de lesa patria cometido por los gobernantes y con la complicidad de estos, se habían propuesto convertirla en una sucursal de la Rusia soviética, mediante la implantación del comunismo. Este fin pretendido, tuvo una gestación de la que fueron trágicas fases los ataques separatistas a la unidad nacional, a la Religión, a la Propiedad, a la Familia, que los españoles dignos de llevar tal nombre presenciaban con dolor entrañable, impotentes para ponerle remedio y deseosos de que el Ejército se decidiera a salvar a la Patria desembarazándola de las cadenas y el oprobio que hijos desalmados habían hecho caer sobre Ella.
Por lo expuesto, cuando se hizo público el gesto viril del hoy Generalísimo, los buenos españoles se aprestaron con entusiasmo a otorgarle su incondicional adhesión material y espiritual, y pueblo y Ejército perfectamente hermanados comenzaron a luchar con inigualable valor por la liberación de España; entonces se distinguieron con perfección dos bandos siguiendo el perfil histórico de las gloriosas tradiciones españolas el uno, y el siniestro perfil de las masas sin Dios y sin Patria el otro.
O acusado, Delmiro
Sarmiento, capitán de infantería retirado do exército, non adepto
á sublevación e cun pasado de actuacións de simpatía coa Fronte
Popular, está considerado polo fiscal como nunha
situación de espíritu perfectamente contrario al movimiento dirigido por el Ejército y solidarizado con los enemigos de este, situación espiritual que exteriorizó con la actuación referida, que no fué más que la desembocadura lógica del envenenamiento marxista de que venía siendo víctima y lo que es peor que preparó a otros por cuantos medios tuvo a su alcance.
As acusacións do
fiscal tivéronse en conta e na sentencia pesaron máis, como era o
acostumado, os antecedentes e a significación política do acusado,
que os feitos polo que o inculpaban: presuntos insultos a un pelotón
de soldados aos que lles asegurou que era imposible que o exército
rebelde triunfase. A condena, ditada en Vigo o 3 de marzo de 1937,
foi a de reclusión perpetua.
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